08 Sep HUESCA PERDIÓ SU VUELO SIN MOTOR A CAMBIO DE UN AEROPUERTO VACÍO DE CONTENIDOS Y DE SENTIDO
Reproducimos aquí el artículo de opinión de Luís Ferreira, director de Fly-Pyr Santa Cilia, publicado el pasado mes en el Diario del AltoAragón. Una triste historia para el vuelo sin motor en Huesca.
Hace ahora casi 25 años que la Diputación de Huesca tomó la iniciativa y encargó un “Estudio de Viabilidad Técnico y Económico para la implantación de una red de Servicios Aéreos con base en el Aeródromo de Monflorite”. El estudio fue sin duda convincente ya que en octubre del año 2000, el Estado lo respaldó mediante la correspondiente declaración de “Interés General”.
No era para menos, aquel estudio inicial preveía para solo diez años después, 125.727 pasajeros anuales en vuelos chárter y otros 120.400 en vuelos regulares. A la ciudadanía de Huesca se le hizo creer que para conseguir los vuelos regulares con Madrid, Barcelona y las islas y también los chárter con París, Londres o Milán de los que hablaba ese informe, era suficiente con construir un aeropuerto. A estos números, que además también justificaban que la inversión económica se iba a recuperar en muy pocos años y que por añadidura iba a ser económicamente rentable era difícil ponerles pegas.
La publicación sucesiva de sendos planes directores, el primero con una pista de 1.100 m y el segundo con 2.200 m y su correspondiente incremento presupuestario, fue señal de que el rodillo comenzaba a andar. En ellos se definió el nuevo aeropuerto como una ampliación de aquel entrañable aeródromo dedicado al Vuelo sin Motor desde el año 1940 para añadirle nuevos usos, nunca para sustituir a los existentes, el “mandato” era muy claro en este aspecto.
Pero de nuevo volvieron a aparecer unas cifras de previsión de movimiento de pasajeros que hacían palidecer a aeropuertos como Pamplona, Zaragoza o incluso Bilbao. De nuevo los números llevaron a que las autoridades, locales, autonómicas y nacionales fuesen con orejas de burro, sin atender a ningún razonamiento, desoyendo las voces que decían que aquellas previsiones no eran más que ciencia ficción y que además, que el diseño del aeropuerto tal y como se estaba planteando, no iba a permitir segregar ambas actividades y que por tanto, ambas serían incompatibles entre sí.
Mientras tanto, Senasa, la empresa estatal que gestionaba por entonces el Vuelo sin Motor en el viejo aeródromo de Monflorite y ejercía como su gestor, llevaba años buscando excusas para replegar velas. La solución se le presentó en bandeja de plata, y efectivamente, al poco, anunció su salida argumentando que durante las obras la actividad iba a ser muy complicada y que, eso sí, volverían al finalizarlas. Poco antes del inicio de los trabajos abandonaron las instalaciones acarreando todo el material aeronáutico que terminaron vendiendo en subasta pública años después, y cómo era de esperar nunca hicieron ningún intento de retomar la actividad.
Los socios del Aeroclub Nimbus, que tras la rápida partida del anterior operador nos convertimos en los últimos herederos de aquella actividad que empezó pocos años antes de la guerra, asistíamos incrédulos a la evolución de los acontecimientos. Si el proyecto salía adelante estaba claro que nuestro futuro estaba condenado. Pero sin embargo, aún en ese convencimiento, estábamos tranquilos. En nuestra inocencia confiamos en que el sentido común, -quizás propiciado por algún cambio de gobierno-, haría que alguien terminase recapacitando y que todo quedaría en un mal sueño. Pero nada más lejos de la realidad. Finalmente, Senasa, la Sociedad Estatal dependiente del Ministerio de Fomento termina reconociendo en un informe técnico lo evidente, y en vista a dicha incompatibilidad, recomendaba que el Vuelo sin Motor buscase nuevos horizontes, aquello ya fue definitivo.
Respecto al objetivo fundamental del nuevo aeropuerto que motivó su reconversión, la realidad es testaruda y, lamentablemente, más de veinte años después de aquellos estudios se hace evidente la magnitud del engaño. En los mentideros internos de la propia AENA se dice que el aeropuerto de Madrid genera en 10 minutos el mismo volumen de pasajeros que el aeropuerto de Huesca en los 15 años que lleva abierto al tráfico civil. Sería fácil de comprobar.
Cualquiera que haya tenido cierto interés en seguir la trayectoria del aeropuerto oscense recordará la actividad de Pirenair, una empresa jacetana que bajo apariencia de una aerolínea contrataba vuelos chárter para llenar las estaciones de esquí. De aquellos años nos ha quedado en la memoria la llegada de algún vuelo comercial de los que únicamente descendía la tripulación, obviamente el final se veía inminente. Años después y de manera muy circunstancial se realizaron varios vuelos chárter a Palma de Mallorca, pero aquello también fue flor de un día. Los siguientes años el esperpento nos llevó a justificar el aeropuerto con nuestra Sociedad Deportiva Huesca durante los años que estuvo en la primera división del futbol nacional; pero ni aún entonces, varios de esos trayectos terminaron partiendo de otros aeropuertos por razones de distinta índole.
Ante la evidencia del fracaso, el aeropuerto ha intentado encontrar su justificación argumentado su interés para otros usos, especialmente en la formación. Todos recordaremos la presencia de la escuela de Top-Fly que se basó en las instalaciones para la formación de pilotos de nacionalidad china que terminó con un estrepitoso fracaso y dejando la ciudad sembrada de deudas. La más reciente de Airways Aviation, especializada en formar pilotos para distintos países de oriente medio, empezó con mejores sensaciones pero también fracasó. Ahora se dice que hay interés en realizar un nuevo intento,… quién sabe. Si el proyecto no es solo humo a la caza de alguna subvención, es evidente que son unos auténticos valientes.
En el aeropuerto oscense también se basó una compañía de paquetería para el mantenimiento de sus aeronaves: Zorex Aviation. No permanecería más de dos, quizás tres años y se fueron agobiados por las presiones y las dificultades administrativas de la instalación.
El único uso conocido en la actualidad del Huesca-Pirineos es el de ser la base del helicóptero de emergencias del GREIM de la Guardia Civil. Pero para este viaje no hacían falta estas alforjas, el servicio está basado en la instalación desde los años 80 y con menos limitaciones que las que tiene en la actualidad.
Con todo esto y tras quince años ¿nadie se pregunta el sentido actual del aeropuerto? ¿Nadie tiene curiosidad por saber quién realizó los estudios de mercado que nos decían que ya deberíamos llevar más de diez años pudiendo pasar un bonito fin de semana en Londres sin pasar por ningún otro aeropuerto? ¿Nadie piensa en los costes que supone o en qué invierte su tiempo todo el personal que trabaja en él?
Respecto al Vuelo sin Motor, el aeródromo ha pasado desde una dedicación casi en exclusiva durante ocho décadas, a la actual prohibición expresa para el ejercicio de la misma por parte de la dirección del aeropuerto inédita en cualquier otro aeropuerto del país. Todo ello aún con un Plan Director que obligaba a garantizar su continuidad y, sobre todo, a la sangrante ausencia prácticamente total de cualquier uso para ninguno de los objetivos perseguidos durante los últimos 25 años. ¿Qué sentido tiene esta hostilidad tan manifiesta a estas alturas?
Pero el sinsentido va todavía más lejos. En Huesca desconocemos que nuestro aeropuerto es tristemente conocido por las dificultades que presenta para su utilización para cualquier tipo de uso relacionado con la aviación: Restricciones de los horarios operativos, espacios abandonados, imposibilidad de repostar combustible, inexistencia de ayudas para la navegación, ausencia total de comunicaciones entre la ciudad y la terminal… Estos son solo algunos de los problemas que presenta la instalación para sus escasos usuarios, pero si quieren,… tenemos más. Los tráficos de aterrizajes y despegues que venían a realizar a Huesca escuelas basadas en otros aeropuertos con más tráfico han sido prohibidos ¿se debe a congestión de la instalación o a la de su espacio aéreo asociado? ¿Quizás a la falta de personal?.
Me resulta complicado discernir a qué o a quiénes se ha debido este desastre. Inicialmente es evidente que cabría pedir explicaciones a los representantes políticos que se apoyaron en estudios sin ningún fundamento para llegar a la conclusión de que Huesca necesitaba un aeropuerto de pasajeros. En segundo lugar, también habría que pedir responsabilidades a los diseñadores de la actual infraestructura que ignoraron el mandato de garantizar sus usos históricos, y por último, a la dirección del aeropuerto que sistemáticamente y desde el inicio hizo lo imposible por acabar con esta actividad mediante la definición de procedimientos, reglamentos y tasas absurdas.
Entre todos han conseguido escribir la página más triste de aquel ya extinto aeródromo de Monflorite que durante décadas cosechó récords mundiales y llevó el nombre de la ciudad de Huesca por todo el mundo. Ahora, en su lugar, disponemos de un gran aeropuerto sin aviones.
Qué pena…